jueves, 21 de agosto de 2008

El pasado que no quiero dejar ir y el presente que me indigna.

Es notable como en muchos discursos se habla de la dictadura como una etapa lejana, que solo afectó a aquella generación que han desaparecido, los que han quedado luchando, y hasta los que ni se enteraron de lo que sucedía en el país.

Pero cabe resaltar algunas cosas. El pensar que una persona es mejor que otra no sólo se dio en la década del `70 en Argentina. Los hechos alrededor del mundo y a lo largo de la historia lo demuestran, y es tan o más antiguo como las guerras entre imperios antes de cristo. Incluso este último sujeto ya marca una tendencia para muchos.

Bien, ahora podemos remontarnos a nuestros días. ¿Acaso es superior alguien que estudió a alguien que no lo pudo hacer? Tendrá otras herramientas, pero de cualquier modo ¿es esa la pregunta que hay que hacer/se? ¿Por que no preguntarse cuál es el motivo por el cual un sujeto no pudo estudiar?

Ese sujeto que no estudio, que tal vez tiene alguna adicción, que tal vez recurrió a la delincuencia, que tal vez solo busca trabajo, ¿merece ser discriminado, sometido al peso de un adjetivo calificativo que lo obliga a estar sumergido en una otredad en la que él mismo, tal vez, no quiere estar?

Esa misma otredad, establecida por nosotros mismos, es la que puede llegar a justificar el accionar de políticas, policías, militares y habitantes de la tierra a no sólo discriminar sino hasta matar en vida a un sujeto (o varios) a través de la ignorancia (ignora-rlos), hacer como que no están ahí, cuando en realidad lo que necesite/n es un abrazo fraternal que lo/s acompañe/n en su vida.

¿Es verdad que la dictadura terminó cuando asumió el gobierno democrático de Alfonsín? Yo creo que no.

El maltrato policial a cualquier ciudadano o habitante sigue existiendo, y la violencia simbólica cada vez está más presente. El ignorar de los políticos es cada vez más atroz, al igual que la falta de respuesta de la política.

El discurso y accionar de “la otredad” se esparce casi sin darnos cuenta.

Ojala el Inconsciente Colectivo sea reavivado a través de todas las palabras, escritos y banderas para que la otredad no nos termine de dividir y podamos llegar a la victoria de la humanidad por sobre lo humano.

¿podremos llegar alguna vez a lo que Rosolato llamó “el padre muerto”?. Esto es, “el padre muerto en tanto que él mismo enuncia la ley pero está sometido a esta misma ley.

El pueblo vencido jamás estuvo unido…

M.L. Cóccaro

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