miércoles, 28 de noviembre de 2007

Se subió las medias y era foto carnet...

"Ustedes están acostumbrados a que les tengamos miedo y yo no les tengo miedo"
Una profesora.

Nos gustaría recordar una reflexión del filósofo Paul Ricoeur sobre el estatuto ontológico de la ficción en la literatura. La ficción, dice, se dirige a otra parte, incluso a ninguna parte pero, acaso, indirectamente a la realidad. Todos los textos, pensamos, reflejan muy bien cada punto de esta afirmación. Este efecto de referencia (hasta incluso el que se propone más escindido del mundo) es el que permite múltiples interpretaciones sobre lo que los textos dicen, producto de querer acercar los predicados semánticos, aparentemente alejados de la realidad.

La reflexión nos parece justa para ponerla en relación con el efecto de lectura que producen nuestras publicaciones en la página del DEMO. El miércoles 21 una profesora de Cs. Políticas se acercó al Centro de Estudiantes con toda la prepotencia y falta de respeto del mundo, a pedir "firmas autorizadas del DEMO" para poder enviarnos una carta documento y una denuncia penal por calumnias e injurias. Le dijimos que no teníamos firmas autorizadas porque nuestra agrupación es una "organización de hecho". Todo esto jamás pudo escucharlo ya que en ningún momento paró de hablar con los ojos cerrados y perpetuando los argumentos con pretensión de infinitud. Nos recordó, en ese instante, una vieja técnica dadaísta en la que se habla o escribe sin pensar en su coherencia. Sin embargo no entendimos sino hasta un rato después el porqué de tanta animadversión. El artículo publicado en la página del DEMO "La señorita recursos de amparo su proyección universitaria" aparentemente fue lo que molestó a la profesora. Lo que no sabía era que en ese articulo jamás mencionamos a nadie. Nuestro propósito fue crear tipos teóricos operativos que sirvieran para explicar algunas conductas de la comunidad universitaria. Pero el vértigo de quedar expuesta ante sus colegas la precipitó a cometer la imprudencia, de modo que sola se ofreció como ejemplo de nuestro tipo teórico.

Calcada en la idea de señorita recursos de amparo se nos cristalizaron algunas ideas que suponíamos ciertas, en la medida en que su manera de argumentar puede leerse en relación con la posibilidad de recibirse con un recurso de amparo ante la frustración de no poder hacerlo con una tesis meritoria. La profesora nos dijo: "van a tener que aprender a procesar la impotencia y la frustración de otra manera". Nos preguntamos si recibirse con un recurso de amparo no es una frustración, un duelo no resuelto que elige sublimar con denuncias, cartas documento y más recursos de amparo. De hecho, pensamos que al menos compartíamos con la profesora el espíritu de debate que debiera ser el común denominador entre los actores políticos dentro de la universidad. Pensamos que ofreciendo el derecho a réplica en la página de Internet nos disputaría el sentido en esta arena discursiva. Pensamos que quien se sintiera aludido tendría las herramientas para brindarnos su merecida réplica. Pensamos.

En definitiva creímos en el profesionalismo de quienes nos respondiera, pero la profesora que vino al Centro de estudiantes deja mucho que desear en cuanto a este tipo de situaciones. Un argumento no puede ser "yo tengo más edad que vos"( el argumento meritocrático por el cual la universidad no se democratiza) seguido de un tartamudeo nervioso y la constante pregunta por las firmas autorizadas sin escuchar los argumentos antes mencionados. Ser mayor que otra persona no es garantía de superioridad intelectual: lo demuestra una pobre definición clásica de democracia que en un momento se atrevió a esbozar sin siquiera fijarse en los reparos contemporáneos sobre el tema. Élla es un ejemplo de fracaso democrático cuando colabora con el clientelismo político en las elecciones de centro de estudiantes, o necesita de un veedor judicial porque no confía en su capacidad intelectual en los concursos docentes. Pero no sabíamos que alguien nos pudiera tener miedo, porque tampoco es nuestra intención. Corolario: tenía miedo, porque al día siguiente cruzó a un militante del DEMO en el pasillo y pronunció una ironía de lo más infantil: "chiquirrititos", dijo, haciendo referencia a la muletilla que sostuvo durante toda la discución del día anterior. Tal fue la estupidez que ante la llamada del integrante del DEMO, la profesora apuró el paso convencida seguramente de su error, y se encerró en la coordinación de Cs. políticas al amparo de José Gómez y el radicalismo. Pero cuando se le interrogó sobre el porqué de la ironía, se puso nerviosa y no supo que contestar. "Irrespetuoso, irrespetuoso", balbuceaba repetidamente, haciendo uso de la autoridad que le brinda su avanzada edad, según su argumento más firme, pilar de su bagaje teórico, producto de centenares de cursos y seminarios realizados. Pero realmente la cobardía pudo más que ella.

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